Uno desde que es un niño trata de sobresalir o por lo menos destacar en alguna actividad.
Sea lo que sea, uno trata de ser destacado o por lo menos sentir la admiración de los demás.
Ahora, si ese otro es alguien especial para uno, o por lo menos le gusta, las ganas de destacar son mayores.
Tenía 13 años y andaba en bicicleta, justo en frente a la casa donde vivía esa niña a la que a mi me gustaba.
Frente a su casa había un parque en donde todos jugábamos y hacíamos piruetas en las bicicletas.
Voy llegando y veo que ella estaba allí, así que me propuse sobresalir al resto.
Había un par de niños de otro lado que hacían cosas realmente buenas para nuestra edad y ella estaba atónita.
“No me la van a quitar” pensé, así que me perfilé y partí a hacer mi rutina.
Comencé y sentí que todo me estaba saliendo sin problemas.
No miento cuando digo que pirueta que trataba de hacer, me salía sin problemas.
Incluso aquellas que no me salían nunca, eran pan comido ese día.
Hasta me salían cosas que jamás pensaba hacer, pero resultaban sin problemas.
Todo bien, así que decidí hace una gracia no muy complicada para comenzar a cerrar mi participación.
Estoy en eso la rueda delantera se mete en las rejillas del alcantarillado y se cruzó con la bicicleta, saliendo disparado hacia adelante con la bicicleta y todo.
No miento cuando digo que me saqué la xuxa, pero rápidamente me puse de pie, sin hacerle caso al dolor ni a mi pierna izquierda que sangraba.
La gente alrededor se cagaban de la risa, pero a mi me importaba la niña y ella no se reía. Aún no ha caído toda mi honra pensé.
Tomé la bicicleta para partir, pero no me percaté que la rueda delantera se había torcido y al momento de pedalear, la rueda se trabó y otra vez cuerpo a tierra.
Allí toda la gente que estaba en la plaza se cagaban de la risa, pero estoicamente me volví a poner de pie.
Traté de enderezar la rueda haciéndole fuerza, pero por los nervios de las risas no controlé lo que hacía y quedé con la mitad en la mano.
Para que decir como se reían todos los weones.
Al final, tomé la bicicleta, me la eché al hombro y me puse de pié sin tratar de cojear, pero el dolor era mas grande.
Sangrando, cojeando y con la bicicleta al hombro me fui para la casa.
Hasta la niña que me gustaba estaba cagada de la risa, así que allí perdí absolutamente toda mi honra.
Cuál es su plancha más grande, o por lo menos una.
Sea lo que sea, uno trata de ser destacado o por lo menos sentir la admiración de los demás.
Ahora, si ese otro es alguien especial para uno, o por lo menos le gusta, las ganas de destacar son mayores.
Tenía 13 años y andaba en bicicleta, justo en frente a la casa donde vivía esa niña a la que a mi me gustaba.
Frente a su casa había un parque en donde todos jugábamos y hacíamos piruetas en las bicicletas.
Voy llegando y veo que ella estaba allí, así que me propuse sobresalir al resto.
Había un par de niños de otro lado que hacían cosas realmente buenas para nuestra edad y ella estaba atónita.
“No me la van a quitar” pensé, así que me perfilé y partí a hacer mi rutina.
Comencé y sentí que todo me estaba saliendo sin problemas.
No miento cuando digo que pirueta que trataba de hacer, me salía sin problemas.
Incluso aquellas que no me salían nunca, eran pan comido ese día.
Hasta me salían cosas que jamás pensaba hacer, pero resultaban sin problemas.
Todo bien, así que decidí hace una gracia no muy complicada para comenzar a cerrar mi participación.
Estoy en eso la rueda delantera se mete en las rejillas del alcantarillado y se cruzó con la bicicleta, saliendo disparado hacia adelante con la bicicleta y todo.
No miento cuando digo que me saqué la xuxa, pero rápidamente me puse de pie, sin hacerle caso al dolor ni a mi pierna izquierda que sangraba.
La gente alrededor se cagaban de la risa, pero a mi me importaba la niña y ella no se reía. Aún no ha caído toda mi honra pensé.
Tomé la bicicleta para partir, pero no me percaté que la rueda delantera se había torcido y al momento de pedalear, la rueda se trabó y otra vez cuerpo a tierra.
Allí toda la gente que estaba en la plaza se cagaban de la risa, pero estoicamente me volví a poner de pie.
Traté de enderezar la rueda haciéndole fuerza, pero por los nervios de las risas no controlé lo que hacía y quedé con la mitad en la mano.
Para que decir como se reían todos los weones.
Al final, tomé la bicicleta, me la eché al hombro y me puse de pié sin tratar de cojear, pero el dolor era mas grande.
Sangrando, cojeando y con la bicicleta al hombro me fui para la casa.
Hasta la niña que me gustaba estaba cagada de la risa, así que allí perdí absolutamente toda mi honra.
Cuál es su plancha más grande, o por lo menos una.